Desbravarse el trigo cuando se ha echado a perder por…
almendro.
m. Puede referirse a Prunus dulcis (Amygdalus communis, Amygdalus dulcis, Prunus amygdalus) o a Prunus tremula.
Es con la luz creciente del invierno, promesa, madera de
sueños, con la que florecen los almendros. Algunos incluso
en Navidad ya están plenamente florecidos, y no es tanto
que se hayan adelantado en su floración sino que los almendros
se apresuran porque no vaya a ser que aparezcan
las hojas y que estorben o tapen las flores, esas obras
de arte expuestas para los insectos, que visto lo que se les
ofrece, y aún a pesar de su aspecto, deberíamos de considerar
a los insectos no sólo la fórmula más exitosa de toda
la Naturaleza, sino también la más exquisita, al apreciar,
mejor que ninguna otra clase de animal, las flores que casi
en su totalidad se hicieron para ellos, como esta flor del almendro.
Tanta premura, además, viene condicionada por
el tiempo que tardan en formarse las almendras, al ser uno
de los frutos que con más lentitud madura, unos ocho meses,
como si de una gestación se tratara. Sucede todos los
años. Es invierno y florecen los almendros. No nos acostumbramos.
Como si el frío no mereciera tanta belleza.
Mónica Fernández-Aceytuno
“EL VIAJE DEL AGUA”
FUNDACIÓN AQUAE