El agua tiene el color de la tierra, y la…
Atardecer
Pocas cosas me han impresionado más que la puesta de sol africana sobre Pointe-Noire, en la República del Congo, hace unos días.
Os tengo que escribir sobre el agua del océano, de un color que no había visto nunca, pues no es verde ni azul sino del color del té, de la tierra dorada que llega hasta el océano con los ríos.
De un dorado que causa extrañeza, como las oleadas de calor que llegan al atardecer desde el mar, como si la brisa marina estuviera hecha de fuego.
Del fuego del sol.
Estoy aún cansada para pensar en todo esto, pero os dejo al menos las fotos que hice, también, al contraluz, de las personas que en el Congo son ya para mí parte esencial del paisaje.
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica