f. Motacilla alba. Huelva. Lavandera blanca y andarina, de los…
avión.
m. Delichon urbicum (para el Avión Común) y Ripara riparia (para el Avión Zapador). Pequeña ave del tamaño de un gorrión, negra azulada por arriba y blanca por debajo, de la familia de las golondrinas (Hirundinidae) con las que tiene en común su cola ahorquillada y algunas costumbres como la de cazar en vuelo insectos sobre el agua y los campos, aunque los aviones no tengan colores cobrizos en la garganta, ni la cola tan ahorquillada, ni tanto tamaño como las golondrinas comunes pues los aviones comunes suelen medir 13-15,5 cm, frente a los 19 cm de las golondrinas. Al contrario que ellas, además, prefieren la parte exterior de las habitaciones humanas, y la ciudad al campo, por lo que resultan habituales sus nidos de bolitas de barro bajo los aleros de los edificios, buscando siempre paredes verticales y techos que no hayan tenido que construir para fijar en dos planos su nido. La necesidad de barro, condiciona su presencia, de ahí que sean más frecuentes en las plazas con jardines o en los patios de los colegios. Suelen formar colonias en ocasiones numerosas por lo que su presencia no pasa desapercibida porque además son alegres, y siempre llaman, desde arriba, a nuestra mirada. Todavía hoy anidan en algunas cuevas y acantilados, a diferencia de las golondrinas. Cabe destacar, como algo singular, que tienen los aviones las patas cubiertas de plumas, como calcetines blancos, que diría Edith Holden. En el caso del avión zapador,el nido lo construyen excavando, a la orilla de los ríos, la tierra blanda o la arena de los taludes.
En el ventanal que hay junto a la puerta de embarque D45, en el aeropuerto madrileño de Barajas, bajo el alero y hacia la izquierda según se mira hacia fuera, hay un nido de avión común hecho con ese barro que sale entre las pistas de aterrizaje cada vez que se deshace en lluvia la tormenta. Estos pájaros que tanto brillan de azul oscuro y de blanco se llamaron aviones mucho antes de que se inventaran estas máquinas voladoras con forma de ave. Se mencionan ya a los aviones en el siglo trece, según Francisco Bernis;y es en el siglo catorce cuando López de Ayala dice que los aviones son buena vianda para el halcón, si es tiempo de ellos. En el dieciseís, es mencionado el avión por Fernández de Oviedo, y por Vallés, y por Bernardino de Sahagún, que vieron al avión con el pico abierto trazando pistas, caminos, derrotas, estelas de viento en el aire; pero hoy ¿quién se atreve a nombrar a los aviones?; si digo avión, ¿quién creerá que estoy hablando de un pájaro? Los pájaros se mueren hoy dos veces: una cuando el halcón los atrapa, si es tiempo de ellos, y otra, antes de que la muerte les llegue, cuando vuelan delante de nosotros, pasajeros, y no los vemos.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 21-5-2001
Aceytuno.com