AVUTARDA

UNA BOLA BLANCA

Ayer, al amanecer, a sólo cuatro kilómetros de Badajoz, sobre una loma por encima de esos campos que ya no recuerdan las nubes, Sabas Molina, agente forestal, vió una gran bola blanca. Así es como se ve de lejos a un macho de avutarda que empieza a hacer la rosca.

Es tan grande la avutarda, el ave tarda, el ave torpe que puede llegar a pesar como un pavo quince kilos, y le da tanto la vuelta a las alas mientras echa hacia atrás el cuello que parece de lejos, una gran bola de plumas blancas. La hembra es mucho más pequeña, y es más escandalosa: cada vez que una avioneta pasa fumigando los barbechos del susto es incapaz de estarse quieta y, no sólo levanta el vuelo, sino que no para de hacer picados en el cielo hasta que consigue recuperar la calma. Los grandes machos se han mantenido hasta hace sólo unos días, alejados de ellas.

Pero este día de luz creciente, volverá a desatar el celo que les ciega. Dejarán, cuando amanezca, los campos de girasol, recién germinados, y los de alfalfa, y hasta las orillas de los cultivos donde medra la planta que más le gusta: la veza. Se subirán hoy los machos a una loma, y harán la rosca a las hembras. Y todo, de lejos, parecerá sólo una bola blanca.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, 6-3-2000

Fondo de Artículos

de la Naturaleza de

www.aceytuno.com

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