Parece este otoño una mujer triste, madura y hermosa. Cada día que llega da pena que se vaya.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Como si quisiera irse por las ramas, o columpiarse con las hojas que aún se mueven con el río, ayer avanzaba despacio por el chopo la caracola de la chopera. Cuando el tiempo viene seco como el de los últimos días, puede llegar a subir cuatro metros o más metros, o quedarse quieta, encaramada al tronco, y llenar la corteza gris de rojos de rosas de oliváceos, y de rayas infinitas que se enroscan en una espira de cinco vueltas.
Es una caracola corriente como el río en las choperas del norte y oeste de la Península Ibérica, y su nombre científico es Cepaea nemoralis, aunque se la nombre como jerigüelo, o caracola de colores. Leyendo a Adolfo Ortiz de Zárate López, médico y malacólogo riojano, he aprendido que también es abundante en las huertas y en el bosque de bojes de Anguiano y a la orilla de los manantiales; mientras sigo lamentando no haber coíncidido con este sabio en el tiempo y el espacio que nos presta la vida.
Con el frío, la caracola se acuesta bajo el chopo que amarillea, y las hojas muestran el haz y el envés en su caída.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 30-9-1999
Aceytuno.com