Ha llegado hoy un libro que había encargado nada más…
Cartas del Congo (3)
De sol a sol, no trabajan la tierra. Son la noche. Son el sol. Son la tierra.
Expongo, con su permiso, la imagen de Beatrice entre los papiros, al lado de un afluente del Congo que me dijeron se llama Lucaya, aunque esto último tengo que comprobarlo porque no siempre apunta bien los nombres el lápiz de mi oído.
La verdad es que lo mejor de este viaje, están siendo, por encima de todo, incluso de la belleza de la Naturaleza, las personas.
Cuando les pido permiso para hacer la foto posan como Beatrice, al principio muy serios, para luego acabar sonriendo.
¡Merci mingi Beatrice!
Para los que no leistéis ayer el ABC, os dejo el artículo que se publicó en la edición de papel con la tercera carta del Congo y en el que cuento las primeras impresiones al aterrizar en Kinshasa.
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica
Cartas del Congo (3)
Queridos lectores: aterrizamos en Kinshasa sin luna. Titilaba la tierra como si estuviera constelada. Un río de luces brillaba por las orillas del Congo. Son nuevos el aeropuerto y la autopista orlada de linternas del mercado nocturno. Luego, la oscuridad de un cuarto trastero donde entre 12 y 17 millones de personas se extienden como una alfombra, dejando algún flamboyán en medio, superviviente del maremoto humano. De sol a sol, no trabajan la tierra. Son la noche. Son el sol. Son la tierra. Las mujeres caminan con una palangana llena de panes en la cabeza, erguidas, embarazadas. Visten igual que las flores. Tuestan cacahuetes con la selva virgen carbonizada. Los hombres vigilan la sombra de una ceiba, queman basura, o cortan en la calle el pelo con cuchillas de afeitar planas que acaban por el suelo brillando entre el barro casi tanto como nuestra piel al aterrizar en Kinshasa.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 23-1-2015
Aceytuno.com