Me acaba de escribir mi hijo mayor diciéndome que no para de nevar en París, y anteayer, yendo hacia Asturias, estaban al atardecer los Picos de Europa nevados con una luz amarillenta como el pecho de un quebrantahuesos que se hubiera lavado en barro
Buenos días. Cuando ayer llamé a un centro de recuperación de fauna salvaje del País Vasco me hizo gracia que tuvieran allí mérgulos y araos y alcas como los que vi sobre el mar el sábado pasado.
Los somormujos lavancos, esas aves con esos preciosos moños que bien podrían pertenecer alguna tribu urbana, están también en el agua.
Juan Carlos Delgado Expósito
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