f. Tira de esparto. ***** Por los olivares de Jaén…
charrán.
m. Ave marina de tamaño menor que la gaviota de alas blancas y traslúcidas con el pico fino y en punta que se lanza al mar dejándose caer con las alas abiertas para cerrarlas justo antes de zambullirse. Hacen los charranes un ruido al pasar sobre las embarcaciones que recuerda al de los grillos, por lo que reciben los nombres de charrán, o chirri, entre otros. En el caso de garjao, o garajao, se podría asignar a las especies Sterna sandvicensis (Thalasseus sandvicensis) o Sterna hirundo, y otras especies afines (Bernis), como todavía es usado en las Islas Canarias y en Portugal, donde se les llama garajau a estas golondrinas de mar. Garjao es la primera ave que nombra Cristóbal Colón en su “Diario de a bordo” copiado por fray Bartolomé de Las Casas y que, al estar en mitad del océano Atlántico, y por la fecha de avistamiento, se trataría de un charrán ártico (Sterna paradisaea) en su migración otoñal hacia la Antártida.
Navegaron aquel día su camino al Oeste con su noche, y anduvieron XX leguas; contó alguna menos. Aquí dijeron los de la carabela Niña que habían visto un garjao y un rabo de junco. Y estas aves nunca se apartan de tierra más de XXV leguas.
“Diario de a bordo”, viernes 14 de septiembre de 1492
Cristóbal Colón
Copiado por fray Bartolomé de Las Casas
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La primera ave que se nombra en el “Diario de a bordo” de Colón, copiado por de Las Casas, es el garjao. Se te queda el corazón clavado a las letras negras, mientras vuela el charrán, la golondrina de mar de alas tan claras que al trasluz son transparentes, y al que creo se refiere. En el siglo XVIII José de Viera y Clavijo asigna en su Diccionario de Historia Natural garajao para Sterna y para Uria. Samuel E. Morison (1887-1976) da dos opciones para el “garaxao”, aquí ya para el Diario: “probablemente la pequeña golondrina de mar ártica o un pichón de pájaro contramaestre”. Para mí ese garaxao o garajao o garjao era un charrán ártico (Sterna paradisaea) que el viernes 14 de septiembre de 1492 migraba hacia la Antártida. Hasta entonces, los charranes observados por el Almirante y su tripulación “nunca se apartan de tierra más de XXV leguas”, pero éste era otro garjao, para ellos nuevo, un migrante en mitad de la Mar Océana.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, sábado 7-2-2015
Aceytuno.com