LUGAR DE LA VIDA
LA LEÑA
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
ABC, 22-9-2007
LA LEÑA
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
ABC, 22-9-2007
Miro esta foto que me enviaron ayer, del chopo cabecero en el camino del Remolinar de Aguilar del Alfambra, en Teruel, candidato español al European Tree of the Year 2015.
Las personas, se quedan pequeñas a su lado, con esa copa que se abre en abanico, como jamás se hubiera abierto un chopo de no haber sido por las manos de alguien que en algún momento se detuvo, y pensó. Porque las ideas geniales suelen nacer de una sola persona para después volar de uno a otro pensamiento como las letras por el tiempo, que son las que de verdad viajan, mientras los números y las fechas, como postes, mojones de un camino, están quietos.
Así voló la idea de dejar mochos como un mochuelo, o mocha como una cabra sin cuernos que diría Valentín García Yebra, de despuntar a los chopos cuando tenían 6-8 años para que las yemas axilares se desarrollaran de tal manera que crecieran muy verticales y así poder obtener vigas para la construcción cuando no había cemento, porque esta labor se va muy atrás en el tiempo, hasta el siglo XIV. Nace así un nuevo paisaje siguiendo el curso de los ríos, que es donde iban dejando plantados chopos con cada escamonda, que se realizaba en turnos de doce años, en estos días de febrero. Una tarea en la que además de apear las vigas, se dejaban las mejores ramillas, de 3-4 centímetros en la base, en un hoyo profundo en tierra, hasta conformar chopo y paisano, entre los secanos labrados y los montes de tomillo y de aliaga, una hilera serpenteante de chopos trasmochos que reproducen con sus hojas el verdor y el sonido del agua del río que siguen.
Como si las especies hubieran oído este rumor, ayudadas a su vez por la vejez prematura que las repetidas escamondas dejaban en el tronco de los chopos, llenándolos de huecos, lo que en principio podría considerarse un cultivo, se llenó de vida silvestre, convirtiéndose estos chopos, con su madera viva, en la tabla de salvación de especies náufragas como los murciélagos forestales, el gato montés o coleópteros como el ciervo volante, además de autillos, ginetas y el mochuelo con el que comparte la misma forma en la cabeza.
Decíamos al principio que nació este paisaje en el pensamiento de una sola persona, un personaje anónimo que de pronto observa que si tala todo el árbol para obtener vigas se queda sin recursos para otros años y que, además, si lo escamonda lejos del diente del ganado, protege a su vez el crecimiento, de manera que lo trasmocha a la altura adecuada para que el árbol quede a salvo del ramoneo del ganado y que esto es mejor que cortar a matarrasa y tener que esperar a que crezcan los brinzales. Tal es el éxito de este razonamiento, que es cuando el ser humano se acerca más a la Naturaleza, cuando verdaderamente razona, que cada pie de árbol tiene su dueño, al convertirse en riqueza, una y otra vez, un mismo pie de árbol.
Todo esto lo escribo con la información que por teléfono me ha facilitado Chabier de Jaime Lorén, del Centro de Estudios del Jiloca, además de la foto del chopo cabecero que ilustra estas palabras, quien nos pide un voto para estos chopos que se han presentado al árbol europeo del año 2015.
Compiten con otros árboles que, imagino, estarán intactos, pero yo a estos chopos les doy más mérito, porque hay que situarse aquí, donde hicimos flotas, leña, vigas, carbón, ramoneo…de nuestros bosques y que estos chopos cabeceros existan con una continuidad de kilómetros a lo largo de los ríos de Burgos, Soria, Teruel y parte de la Comunidad Valenciana, me parece algo excepcional que tiene además esa belleza única que es casi un arte porque se ha logrado entre dos especies: el chopo (Populus nigra) y la nuestra (Homo sapiens).
Puede que esa unión sea finalmente la que logre que se conserve la Naturaleza.
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Muchas gracias,
Mónica
Precioso!!
Uno de los textos más hermosos que se han escrito sobre los árboles trasmochos y, en concreto, sobre los chopos cabeceros.
Completamente de acuerdo con Populus. Sin palabras…