f. Fenómeno por el que se abren ventanas en las…
chova.
f. Puede referirse a la chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax), o a la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), especies de córvidos de la alta montaña que descienden cuando las condiciones meteorológicas en las cumbres son muy adversas. Llama la atención, entre el plumaje oscuro y brillante, las patas rojas que llevan muy plegadas en vuelo y con las que se suelen rascar la cabeza cuando se posan para alimentarse entre las hierbas dejando en la nieve las huellas de las patas y del pico claramente. El color del pico es rojo, largo y curvado hacia abajo en la chova piquirroja; más corto y amarillo, en la chova piquigualda. Su voz también es distinta, más propia de un cuervo en la piquirroja, y musical en la piquigualda ya que recuerda a unas campanas de cristal tintineando al resonar en la montaña como en una cueva de hielo, oyéndose incluso antes de verla, ya sea en bandadas o volando acrobáticamente en parejas, dando giros muy suaves, como si esquiaran al unísono en el cielo, tan altas las chovas como las cumbres de las montañas en cuyos riscos anidan y que sólo abandonan cuando la ventisca y el frío les echa hacia lugares más bajos y abrigados. La chova piquirroja, aún siendo una especie de montaña, puede verse incluso al nivel del mar, sobre los acantilados; la piquigualda es más difícil que abandone las alturas. Francisco Bernis en su “Diccionario de nombres vernáculos de aves” recolecta la denominación vulgar de chova también para la grajilla (Corvus monedula).
LAS CHOVAS ANUNCIAN FRÍO Y NIEVE
Mucho frío, mucha nieve, mucho viento tiene que hacer allí arriba para que las chovas piquirrojas bajen de las cumbres pirenaicas con el pico rojo, y las plumas de cuervo, y el canto de gaviota.
Ayer por la mañana, el ornitólogo César Pedrocchi las oyó pasar sobre Jaca y lo primero que pensó fue en el frío de las cumbres.
Hay otras chovas, las piquigualdas, cuyas voces en bandada recuerdan al repiqueteo de las campanas y que también viven, como las piquirrojas, en los acantilados de las alturas. Se trata de córvidos que han criado en colonias afincadas desde tiempos inmemoriales en la alta montaña y a las que el frío y la falta de insectos, obliga a descender hacia los valles, hasta la falda de los montes. Cada lugar tiene una clave para adivinar el tiempo, aunque sea de lejos. Pero la vida: los pájaros, los árboles, las plantas, han dejado de anunciar el tiempo meteorológico, perdida en otro tiempo, el que más pesa.
Ya no pregunto ni a José, el sabio de mi aldea, si se sabe qué tiempo hará. La última vez que lo hice, se quedó callado un rato y me dijo: “No sé, aún no fui al París a leer el periódico”.
Aún así las chovas piquirrojas sobrevolaron ayer Jaca, y anunciaron el frío y la nieve en las altas cumbres, y dejaron en el aire su canto de gaviota.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC,Sábado 10-10-1998
aceytuno.com
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