Cuatro delfines
Me encanta salir a la ría muy temprano porque es cuando el agua parece todavía dormida, y más en los días grises de verano.
Ayer tenía el color del estaño, y estaba tan en calma que patinaba la luz sobre ella, dando al agua el mismo color que las nubes.
Era tal la lisura, como de cemento pulido, que mirando al horizonte divisamos rápidamente las aletas de un grupo pequeño de delfines de los que no me atrevo a decir que fueran mulares, ya que los vimos de lejos, primero sobre el gris de la ría, y luego cerca de las bateas, muy próximos al acantilado.
Me parecieron mucho más tímidos, y más pequeños que los mulares, pero fue igualmente maravilloso ver cómo asomaban sus aletas y su lomo gris oscuro como el día.
Estaban lejos y sin embargo había tal silencio que oí el ruido que hacían al respirar, esos sonidos del mar, como los del banco de parrochas el otro día al cambiar de dirección, que una vez que los oyes, no los olvidas.
¡Cómo puede oírse con tanta claridad un respirar!
¿Por el eco, como de pared, del agua?
Un fuerte abrazo para todos,
Mónica
Qué maravilla!!! Y qué maravilla tu blog Mónica, gracias!