Ayer por la mañana, yendo desde Galicia hacia Bembibre, en León, estaban las flores nevadas.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Salimos temprano de excursión el pasado viernes 1 de agosto. En Benajarafe, Málaga, soplaba un fortísimo viento de poniente que llevaba días enfriando el agua del mar. Tomamos el camino hacia la playa que tenemos a los pies de casa y cogimos dirección este. Entonces lo vimos: en mitad de la desierta playa, perdido y con el rojizo plumaje mojado y batido por el viento, caminaba desorientado un bellísimo flamenco rosa.
Ni siquiera en situación tan embarazosa y complicada para él había perdido la elengancia de su porte y de su caminar. La estampa fue de una belleza irreal, casi onírica. Llegó la Guardia Civil e imaginamos y deseamos que llamarían al Seprona y lo rescatarían. Posiblemente el fuerte viento lo desvió cuando hacía su ruta de Fuentepiedra a Matalascañas, como cada día, para alimentarse. Sobre la arena tenía el porte y la dignidad de un rey.
FOTO DE ARCHIVO: Flamenco y su pollo
AUTOR: Juan Antonio García Delgado