Todo regresa, si puede, sobre sus propios pasos.
MF-A
FOTO: Antonio Atienza Fuerte
MF-A
FOTO: Antonio Atienza Fuerte
No son fáciles de ver las cigarras, tienen el color de las cortezas. Y son pequeñas, de 2 a 4 centímetros de largo sin contar las alas, que son grandes, membranosas, que pliegan como si unas alas transparentes pudieran dar sombra al abdomen. Vuelan muy poco. Con las púas de sus patas se sujetan días enteros a su árbol favorito: hay cigarras que prefieren el jugo vegetal del pino, otras del avellano, y otras el de los olivos.
Cantan mucho, y el chirrido que parece continuo está lleno de frases solapadas. Es el sonido del calor, el del triángulo del fuego: calor, oxígeno y combustible.
Las cigarras cantan, de noche y de día, como si presintieran el fuego y así pudieran evitar que se quemara su árbol preferido.
Feliz día,
Mónica Fernández-Aceytuno
PILAR LÓPEZ, AUTORA DE LA FOTOGRAFÍA DE ESTA CIGARRA NOS CUENTA DÓNDE LA ENCONTRÓ CANTANDO
VEA AQUÍ, DE DÍA, A LOS FLAMENCOS EN DIRECTO EN LA LAGUNA DE SANTA OLALLA DE DOÑANA, donde ayer estaban las espátulas. También puede ver los flamencos si ha entrado a este portal de la Naturaleza siendo en Doñana de noche; entonces observará a los flamencos en directo, durmiendo en las ramas de la orilla.
P.S. Si alguien entra en este instante, 8:48 de la mañana, para ver a los flamencos en el enlace de arriba y ahí pinchando en la cámara que hay en la Laguna de Santa Olalla, verá el curioso movimiento que hacen los flamencos con sus patas, mientras comen, para remover el fondo. Recuerda mucho a la manera de andar de los mariscadores de coquina, cuando por la playa de Matalascañas, caminan con el agua hasta la cintura.
No son fáciles de ver las cigarras, tienen el color de las cortezas.