8:37 h A mí estos días de lluvia me encantan. Porque no hace frío y es una lluvia tibia bajo la que me gusta dar paseos, y mojarme, cuando voy a mi despacho, que está aquí al lado.
Por el camino, veo cómo la lluvia tira al suelo los pétalos de la magnolia, que son grandes pero igual de frágiles que las delicadísimas flores del ciruelo. Es tan débil la unión del pétalo a su flor, que el viento se lleva nubes de los árboles frutales florecidos, pétalos blancos que enseñan el haz y el envés durante su caída. Al contrario de estos pétalos de la magnolia, grandes y cóncavos, que con el peso de la lluvia, son empujados en una trayectoria casi en línea recta hacia la tierra, para recolectar allí, como si de un cuenco se tratara, obedeciendo a una orden secreta de la Naturaleza, el agua de la lluvia.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S. No se pierda hoy, lectora o lector de esta web, las fotografías del tablón de los lectores. La primera de hoy, de unos guarros con los rascielos de Madrid al fondo, y la segunda, de los almendros más espigados que he visto en mi vida. Doy las gracias a los lectores que las hicieron y las enviaron, por ampliar nuestra mirada sobre la Naturaleza, que de eso se trata.
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