Al principio, al verlas explotar, se espanta uno
El ave se posa en la orilla, sobre unas rocas a pocos metros de donde me encuentro, decido nadar despacio para acercarme al pájaro y para mi sorpresa el pájaro no se espanta.
Crónica de Juan Carlos DELGADO EXPÓSITO
El ave se posa en la orilla, sobre unas rocas a pocos metros de donde me encuentro, decido nadar despacio para acercarme al pájaro y para mi sorpresa el pájaro no se espanta.
Crónica de Juan Carlos DELGADO EXPÓSITO
(2009)
EL MIRLO ACUÁTICO
Hay momentos en la vida de un naturalista, que son especiales, uno de esos momentos tan especiales me ha ocurrido a mi en esta semana pasada del mes de agosto. He pasado unos días por la comarca de la Vera, en el Norte de Extremadura. Para hospedarme elegí la bella población de Garganta la Olla, he recorrido toda la zona, ya la conocía de antes, pero quería repetir. Uno de mis objetivos era poder observar a una de las aves más singulares de esta comarca, me refiero al Mirlo acuático ( Cinclus cinclus), y que suerte que tuve desde el primer día. Me encontraba dándome un baño en una de sus maravillosas piscinas naturales, este año algo deslucidas como consecuencia de las escasas lluvias, a la caída de la tarde del primer día, el sol ya casi oculto, pero con buena luz, majestuosos alisos y fresnos, castaños con sus llamativos erizos y gente que se marcha y me deja solo en las frescas aguas de los torrentes. Los arrendajos alborotan, los petirrojos muy frecuentes emiten sus cantos en la espesura del bosque galería y el mirlo común emite sus últimas alarmas del día.
Sobre mi cabeza pasa un ave que inmediatamente identifico como el mirlo acuático, el mirlito acuático como le llaman algunos paisanos según me comentan al día siguiente. El ave se posa en la orilla, sobre unas rocas a pocos metros de donde me encuentro, decido nadar despacio para acercarme al pájaro y para mi sorpresa el pájaro no se espanta, nado sigiloso y mi corazón se acelera, en parte por el esfuerzo de mantenerme a flote y en parte por la emoción de tener a la altura de mi cara a escasos tres metros, un ave que nunca había observado antes, a un ave que jamás había fotografiado, decido alejarme después de haber disfrutado un rato y salgo a la orilla a por la cámara, me acerco lo máximo posible y aunque la luz ya es escasa, consigo la foto que ven y que no es muy buena. Pero que a mí me parece la más bella del mundo, no por belleza estética, sino por su significado. Durante los días siguientes volvía cada mañana antes de salir el sol y me apostaba en diferentes rincones del río, y por la tarde volvía de nuevo, y allí estaban los mirlos acuáticos, hasta cinco ejemplares coincidieron en algún momento en un tramo de río y solo uno era inmaduro, el resto eran adultos.
En cualquier caso creo que tardaré en olvidar los ratos que he pasado allí, en la Vera extremeña, donde al amanecer los frutos de la higuera, los higos tienen un sabor especial, dónde las uvas saben a gloria, donde las granadas ya está rojas, donde los pimientos son verdes y también rojos, dónde pude observar al Halcón abejero, donde aun se oye por las mañanas a las oropéndolas, donde por las tardes en los tejados se mueve el colirrojo tizón, donde aquella señora que saludo al pasar me contesta: “Vaya usted con Dios”, donde las calles están engalanadas con macetas en las puertas, en los balcones, donde la gente por la noche aun se sienta al fresco, donde el reloj de la torre da sus campanadas con puntualidad, dónde el murmullo del agua de las fuentes te relaja mientras tomas un pitarra al fresco de la noche verata, donde sin duda alguna queridos amigos no podéis dejar de ir, porque la gente de esta tierra y la tierra misma es algo fuera de lo común, se lo digo de veras.
Juan Carlos Delgado Expósito
Crónica de Juan Carlos DELGADO EXPÓSITO