Ayer por la tarde estuve buceando y se veían, brillando, miles, se diría que millones de peces diminutos que devolvían la luz como las partículas que flotan, sobre la verticalidad oblicua de un rayo, en el aire.
Y donde me dicen que está lloviendo imagino que dentro de unos días germinarán las semillas como si fuera primavera, porque este principio del otoño es una primavera que va cuesta abajo.
La duración de las horas de luz, que ya es en todos los lugares del mundo, del ecuador a los polos, equinoccial: es decir: doce horas de luz y doce de oscuridad, hace que vivamos una suerte de otoño que aún no lo es, una primavera cansada, un poco de verano y de invierno al mismo tiempo, un punto de encuentro de las cuatro estaciones.
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Que pasen un feliz día,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S.
La foto es del sábado, mientras ponía la mesa bajo la parra, y al ir a acercar uno de los bancos, me encontré, posada con esa calma que muestran a veces las mariposas migradoras, a este inconfundible ejemplar de Panaxia quadripunctaria, de la cual ahora leo que está fuertemente amenazada de extinción, por lo que fue una pena que no le sacara, con menos prisas, una foto.
Me pregunto si su oruga se alimentará del haya que planté hace unos años.
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LAS ARAÑAS, POR JUAN CARLOS DELGADO EXPÓSITO
“El hilo de la parte superior de la tela mide casi un metro de longitud.”