Querida Mónica, te mando mi historia de amor con la tórtola, a la que, como te he dicho, llamo “paloma-búho” desde que la descubrí. Luego me enteré de que se trataba de una tórtola, pero no fui capaz de cambiarle el nombre, estaba demasiado dentro de mí…
Son unos fragmentos de un artículo que publiqué en Internet hace años titulado “Recuerdos de verano y ráfagas de otoño” y que escribí tras pasar un inolvidable verano en tierras castellanas. Espero que te gusten.
“Hay una especie de búho-pájaro que hace “uu, uu, uu” y que me proporciona un bienestar indescriptible. Aquí, en tierras castellanas, lo escuché por primera vez hace varios años, me recordaba a un cucú, y después he ido descubriéndolo en otros lugares y hasta en otros países. En un inolvidable viaje a Austria, su canto entrañable llegó hasta mí uniéndose a la incomparable belleza de lugar e intensificando mis sensaciones. Después lo oí en tierras del norte, donde nunca antes lo había escuchado a lo largo de los casi cincuenta veranos que pasé allí. Más tarde, fue en tierras andaluzas y en primavera cuando me topé con él, la felicidad que experimenté fue enorme. Por último, en Baleares también constaté su presencia. Ahora de nuevo lo tengo aquí, como un mensaje de coherencia y continuidad de belleza, parece que me anuncia que allá donde yo vaya y me sienta feliz, estará él.
He descubierto al pájaro-búho
Tras muchos días de espiar el cielo en busca de mi amigo el pájaro-búho, de sentirme rodeada por su bello canto desde el amanecer hasta el anochecer, hoy por fin he podido conocer su aspecto. Estaba en el jardín, le he oído, he levantado la vista y allí estaba, volando de un árbol a otro sin dejar de cantar. Resulta que tiene forma de paloma, pequeña, de color marrón claro, y vuela en pareja. No me ha sido posible inmortalizarla con mi cámara de fotos, pero sí he grabado su imagen en mi memoria. Me gusta saber cómo son mis amigos. De ahora en adelante, para mí será la paloma-búho”
Un abrazo,
Tatiana.