Los zorros, como los búhos reales, acaban de entrar en celo y a partir de ahora será más fácil verlos porque se dispersan más, y a esto ayuda, según Joan Barrull, también la temporada de la caza.

Dice Barrull que lo que más sorprende de un zorro cuando lo capturas es lo pequeño que es, pues tiene el tamaño de un gato. Y tambíén la variedad de sus colores en una misma zona, al ir desde un crema muy claro, pasando por un naranja calabaza, hasta el negro de las zorras carboneras.

Con Isabel Mate acaba de escribir el libro “El zorro en Cataluña”, en el que recolecta la curiosa historia de un zorro que hizo su madriguera en un gallinero. Los paisanos vieron cómo todos los gallineros eran atacados por el zorro, hasta que empezaron a preguntarse cómo era posible que siempre respetase a uno. Al ir a inspeccionarlo se dieron cuenta de que había hecho el zorro allí su madriguera y que, a las únicas gallinas a las que no tocaba una pluma, era a las gallinas que convivían, tranquilamente, con el zorro todos los días.

Será más frecuente a partir de ahora, al haber entrado en celo, que nos crucemos a un zorro en la carretera, o que en la noche de invierno oigamos su ladrido, o su tauteo, que es el gañido del zorro.

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