Escribo ahora mismo con las luces de Madrid al fondo pero dentro de unas horas estaré en la dehesa donde fotografié a este gabato, con dos o tres días de vida, hace unos meses.
Ya cuando nos acercábamos con el coche, vi sobre las alambradas un macho de collalba rubia, el campo estaba lleno de amapolas y de otras flores que crecen en los caminos,
Ya cuando nos acercábamos con el coche, vi sobre las alambradas un macho de collalba rubia, el campo estaba lleno de amapolas y de otras flores que crecen en los caminos, las tolpis y los dientes de león, las chupamieles y fumarias, las margaritas y centáureas, que alfombran el suelo y lo tiñen de lila.
Pilar López
Querida Mónica:
Ha sido un fin de semana tan intenso, desde el punto de vista natural, que me va a resultar difícil resumirlo en pocas palabras. No obstante, trataré de destacar lo más relevante.
Después de un invierno largo y lluvioso, pudimos pasar el sábado en la parcela. Ya cuando nos acercábamos con el coche, vi sobre las alambradas un macho de collalba rubia, el campo estaba lleno de amapolas y de otras flores que crecen en los caminos, las tolpis y los dientes de león, las chupamieles y fumarias, las margaritas y centáureas, que alfombran el suelo y lo tiñen de lila.
Pero fue al final de la tarde cuando vino la sorpresa. En la enredadera que cubre la barandilla de la escalera que sube a la casa, sobre la cual nos estuvimos apoyando durante todo el día, subiendo y bajando, los niños corriendo y jugando cerca con el balón, sobre cinco pequeños huevos descubrimos a la pajarita jilguera incubando. Se asustó cuando movimos las hojas de la enredadera y salió volando, y entonces nos dimos cuenta de lo bien escondido que estaba el nido, pues era prácticamente imposible verlo desde arriba o desde abajo entre el denso ramaje.
El domingo realizamos la primera salida del programa SACRE de Birdlife, como venimos haciendo desde hace cinco años. Nuestro cuadrícula discurre, en su mayor parte, por el trazado de la Cañada Real Soriana Occidental, antigua vía pecuaria aún hoy utilizada, que recorre los llanos de Cáceres y Sierra de Fuentes. Es una ocasión especial, aunque el recorrido se haga siempre deprisa, para observar aves. Los machos de avutarda estaban hoy, a primera hora de la mañana, haciendo su exhibición de cortejo, vulgarmente conocida como “rueda”, en la que se ponen como una bola de algodón, destacando en la lejanía de manera que se los puede descubrir a simple vista, como una señal luminosa en medio de los llanos. Entre otras especies, pudimos ver carracas, abejarucos, calandrias, buitrones, codornices y sisones (éstas las oímos), grajillas, milanos, ánades y abubillas. Cerca de Valdesalor, los ruiseñores estaban a pleno pulmón entre los setos de las riberas, y el pico picapinos buscaba su alimento sobre el tronco de un chopo. En esta zona, las golondrinas dáuricas son muy abundantes, así como las tarabillas y, aunque nos gusten menos, los rabilargos y urracas. En la última estación, siempre hay alguna sorpresa. En esta ocasión fue un Buitre Negro, volando inmenso sobre el cielo, azul y limpio. Sobre la cañada real, el viento frío contrarrestaba el calor de un sol de casi mediodía que empezaba a picar.
Al acabar la jornada y reunirnos con la familia, mi suegro, excelente fotógrafo y gran amante también de la naturaleza, me cedió esta preciosa foto con la que ilustro esta crónica. Se trata de un Carbonero Común saliendo del agujero que una vez hizo un pájaro carpintero y que, año tras año, ocupa con su nido para sacar adelante a su pollada.
Tras estos días, aire, sol, campo y aves, comienzo este lunes con más ganas. Espero no desinflarme a lo largo de la semana.
Un cordial saludo.
Pilar López.