Me excusaba ayer por hablarte de coprófagos, prometiéndote hablar hoy de flores.

Joaquín

Me excusaba ayer por hablarte de coprófagos, prometiéndote hablar hoy de flores.

Joaquín

Querida Mónica:

Me excusaba ayer por hablarte de coprófagos, prometiéndote hablar hoy de flores. Lo hago con el gamón blanco, una liliácea perenne que, como los nidos de los escarabajos coprófagos, surge de la tierra casi por encanto en una verdadera explosión primaveral. Y, como las boñigas de vaca allí donde no hay escarabajos que aceleren su degradación, los gamones no siendo consumidos por el ganado, van poco a poco reduciendo la superficie pastable de las dehesas si no son controladas por la mano del hombre.

Su nombre científico, Asphodelus, hace referencia precisamente a esa su súbita aparición cuando todavía las dehesas están desnudas, por lo que en Grecia se le asociaba con la vida después de la muerte. El asphodelus constituía el alimento de los muertos en el hades siendo habitual la presencia de ramos de gamones en las ceremonias fúnebres griegas. A mí, como te he contado en otra ocasión, me hace recordar a mi profesor de botánica, don Ramón Blanco, cuando nos explicaba en una de las excursiones a Ontígola, que el Asphodelus se llamaba como él pero con “G”.

Un abrazo. Joaquín

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