Por la rata que aparece en la foto esperaba conseguir unos 3 euros, un cincuenta por ciento más del jornal que hubiera percibido trabajando de sol a sol en el campo.

Joaquín

Por la rata que aparece en la foto esperaba conseguir unos 3 euros, un cincuenta por ciento más del jornal que hubiera percibido trabajando de sol a sol en el campo.

Joaquín

Albino, un portugués que lo mismo servía para un roto que para un descosido, detuvo bruscamente el pickup en el que viajábamos. Paramos a la altura del ciclista de la fotografía y le pidió que nos enseñara la caza del día. Muy ufano el cazador deshizo el paquete que llevaba en el portaequipajes de la bicicleta y nos mostró una enorme ratasana. Su alegría no era para menos.

Por la rata que aparece en la foto esperaba conseguir unos 3 euros, un cincuenta por ciento más del jornal que hubiera percibido trabajando de sol a sol en el campo. No le pregunté pero es muy probable que la captura de la pieza hubiera sido facilitada por el incendio, que todavía seguía vivo, de un bosque muy próximo al sitio en que nos cruzamos con el cazador.

La ratasana mozambiqueña, también llamada rata do mato, está emparentada con el gran grupo de ratas gigantes conocidas como ratas de Gambia. Es muy apreciada por su carne delicada. En los tramos de carretera que atraviesan los bosques de la provincia mozambicana de Zambezia se ven de vez en cuando gentes vendiendo gallinas de guinea (galiñas do mato), patos azulones y ratasanas.

Mientras las gallinas y los patos se ofrecen vivos, las ratasanas las ofrecen abiertas en canal, separadas sus dos mitades por cañas como si estuvieran preparadas para hacer un espeto.

Un fuerte abrazo. Joaquín.

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