Miraba la cigüeña fijamente el suelo como las garzas el agua.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
He recordado que aún tenía muchas fotos “sin tocar” del verano pasado y que dormían plácidamente en el disco duro del ordenador. Una de ellas es la de este ejemplar de charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis), que se dejó fotografiar en las inmediaciones del molino de mareas de las salinas de Isla Cristina (Huelva), una mañana en la que el cielo se cubrió con nubes de tormenta, dejando una luz muy especial.
Recientes investigaciones han cambiado la clasificación taxonómica de esta especie, que siempre ha estado incluida dentro del género Sterna (englobando a charranes, charrancitos y, desde hace no mucho, también a las pagazas), pasando a formar parte del género Thalasseus. Este nuevo género agrupa a los llamados “charranes crestados”, entre los que se encuentran algunas de las especies más grandes y espectaculares de todos los océanos, como el charrán bengalí, el charrán real, el charrán elegante o el charrán piquigualdo. Los estudios que han permitido la separación del género Thalasseus de Sterna se han basado en el análisis del ADN mitocondrial, llegando a la curiosa conclusión de que los diferentes diseños de la cabeza de los charranes (con la cabeza negra, sin la cabeza negra y con la cabeza negra pero con la frente blanca) estaban asociados a diferentes clados, es decir, que cada diseño se correspondía con una rama diferente del árbol filogenético. La verdad es que en los últimos tiempos no he estado muy al tanto de las novedades taxonómicas y de repente te sorprendes cuando descubres que te han cambiado el nombre científico de alguna especie “de toda al vida”.
El caso es que ¡no era esto lo que yo quería contar! Además de asumir el cambio de género del charrán patinegro, tenía una duda que no conseguía aclarar: ¿por qué esta especie lleva el apellido “sandvicensis” en su nombre científico?
Por intuición, pensaba que podía estar relacionado con el Cabo San Vicente (sandvicensis = San Vicente, vamos, ¡¡¡de cajón!!!), haciendo honor a este lugar de la costa del Algarve portugués, zona de paso obligado de gran parte de sus poblaciones en sus rutas migratorias por el litoral atlántico y famoso por ser un enclave estratégico para la observación de aves marinas. Todas las averiguaciones que hice en ese sentido no me llevaron a ninguna parte.
Al final decidí abrir otro frente de búsqueda a partir de su descubridor, ya que suelen ser los responsables de las denominaciones con las que “bautizan” a las nuevas especies. Y así fue cómo conseguí averiguarlo. El descubridor de esta especie fue John Latham (1740-1837), ornitólogo británico de renombrado prestigio que dedicó buena parte de su vida profesional al estudio de las aves. Latham vivía en el condado de Kent, muy cerca de la costa atlántica, y posiblemente observó o recolectó el charrán patinegro en la cercana Bahía de Sandwich (Sandwich Bay), en el sureste del Reino Unido, honrándole con su nombre. De hecho, en inglés, el nombre vulgar de esta especie sigue siendo “charrán de Sandwich” (sandwich tern). (La letra “w” tardó tiempo en formar parte del latín y originariamente sólo se utilizaba la “v”, es por eso que en latín se escribiría sandvicensis en lugar de sandwicensis).
Latham fue una eminencia en el mundo de la ornitología y consiguió ordenar taxonómicamente gran parte de las aves de Australia, dando nombre por primera vez a muchas de ellas; y también a otras aves más modestas como la curruca rabilarga (Sylvia undata).
Como muchos científicos de su época, eran auténticos maestros en todas las disciplinas. Además de ejercer profesionalmente como Físico, era un excelente artista y el mismo realizaba las ilustraciones que aparecían en sus obras.
Un saludo a todos.
Atanasio Fernández García
Más imágenes en “Desde mi chajurdo” chajurdo.blogspot.com, incluyendo 2 láminas de Latham y un curioso esquema de las ramas filogenéticas de los charranes.
Atanasio Fernández García