Este verano hay menos tórtolas por los caminos.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
Cuando llegué a Andalucía tuve que aprender muchas palabras nuevas para mí. La gente del campo tenía un vocabulario riquísimo. Me voy a referir hoy solamente a un verbo, deshauciar, con el que un vaquero me informaba que había conseguido que la “Correlindes”, una vaca que hacía honor a su nombre, dejara de romper portillos.
Ahora lo de deshauciar se ha puesto muy de moda con motivo de la crisis. Gracias a un artículo de Melchor Miralles me he enterado de que el vaquero de marras empleaba el verbo con total propiedad. Dice Miralles: “Las palabras son un mundo y conviene conocer su origen. Esclarece. Define. Y ayuda a comprender. Deshaucio, sí. Cuando uno pierde su casa por no poder hacer frente a la hipoteca. Pero, ¿por qué esa hache intercalada entre la “a” y la “u”, que conduce a muchos al error ortográfico? Porque proviene de la bellísima palabra “ahuciar”, de escasísimo uso, que significa esperanzar o dar esperanza”
Fantástico. La riqueza del idioma español en el campo, que desgraciadamente se está perdiendo en gran parte por culpa de la televisión y los sms, era inmensa. Lo que el vaquero me decía es que había conseguido que la “Correlindes” dejara de romper portillos tras perder la esperanza de poder saltárselos para ponerse morada en la siembra del vecino. Seguramente la cerca eléctrica bien manejada había contribuído al deshaucio.
Si vamos al diccionario del RAE podemos comprobar que “despedir al arrendatario mediante una acción legal”, es la tercera acepción de deshauciar. “Admitir que un enfermo no tiene posibilidad de curación” es la segunda acepción. Y la primera, para sorpresa mía, es precisamente “quitar a alguno toda esperanza de conseguir lo que desea” o sea lo mismo, Lasciate ogni speranza, voi ch’intrate que segun Dante estaba escrito en la puerta del Infierno.
Un abrazo. Joaquín