8:08h. Estaba la luna casi llena poniéndose hace un momento, entre los árboles del Oeste. Se veía más grande, como cada vez que la luna baja su altura sobre el horizonte y en comparación con la línea del monte o con los árboles o con las casas, se ve
data:image/s3,"s3://crabby-images/3e1ea/3e1ead6539f4c04ced5541169a79f1fea52570ca" alt="Habían colocado, sobre las grandes copas blancas de la balaustrada, con el verde seco del monte de “El Pardo” y la blancura de Madrid al fondo, unas flores de ciclamen rojas.
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Habían colocado, sobre las grandes copas blancas de la balaustrada, con el verde seco del monte de “El Pardo” y la blancura de Madrid al fondo, unas flores de ciclamen rojas.
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Por dentro, llamaba la atención la escalera y la gran entrada, llena de luz del lucernario, y una pequeña biblioteca en la que también me hubiera perdido, aunque estaba cerrada, y una gran terraza donde se celebraba la boda, con una parte abierta en la que habían colocado, sobre las grandes copas blancas de la balaustrada, con el verde seco del monte de “El Pardo” y la blancura de Madrid al fondo, unas flores de ciclamen rojas…Leer más de mi artículo “El Pendolero”
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Nota: Observando con detenimiento la imagen se aprecian, tras la copa de ciclamen rojo del fondo, las cuatro torres más altas de Madrid.
Mi afectuoso saludo,
Mónica Fernández-Aceytuno
FOTO: Por cortesía de RM desde Pendolero
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