En medio del estrecho de Gibraltar hay valles bajo el agua, algunos amplios y muy profundos, de ochocientos metros, donde los cachalotes regresan cada primavera.
Preguntaba Mónica, para cuando un día de las dehesas. Cualquier día es bueno para que sea: ayer, hoy mismo, mañana.
Preguntaba Mónica, para cuando un día de las dehesas. Cualquier día es bueno para que sea: ayer, hoy mismo, mañana. Lo importante es que las dehesas sigan estando ahí, que no las dejen morir de viejas, que no las maten, que se renueven.
Cuando hice la foto que aparece aquí, también oía al cuco, a lo lejos en lo más profundo de este bosque inventado por el homo sapiens. Los insectos pululaban entre miles de flores en ese momento. Los gladiolos silvestres ponían la nota discordante con su color rosaceo pálido, entre tanto amarillo. Los estorninos entraban y salían del pequeño hueco del tronco de una vieja encina, seguramente ya tienen polluelos, no me quise acercar para no molestar.
Los pinzones, agateadores, verdecillos y un largo etc, de aves se movían en este mar de encinas. Para mi este es el día de las dehesas y mañana también.
Saludos desde el corazón de la dehesa extremeña.
Juan Carlos Delgado Expósito