A este petirrojo amante de la mar le gusta otear el paisaje desde el borde del acantilado, y desde él, contemplar la luz rosada del atardecer que incide sobre la superficie de las aguas. Para ello ha tenido que alejarse de la zona arbolada donde habita, pero la escapada parece que le ha compensado, pues se le ve tranquilo, sin perder la compostura.
De cuando en cuando le gusta hacerse notar y comunicarse con ese mar amigo de olas rompientes, utilizando los sonidos cortos y agudos que hablan de reclamar o defender. Como en este tiempo de estío.
Sus trinos melódicos los reserva para la primavera de apareamiento; es entonces cuando tanto el macho como la hembra mantienen un incansable diálogo sinfónico desde el amanecer hasta el anochecer.
Isabel Fernández Bernaldo de Quirós
destinolanaturaleza.wordpress.com
FOTO: El Petirrojo Erithacus rubecula y el mar
AUTORA:Isabel Fernández Bernaldo de Quirós
Isabel Fernández Bernaldo de Quirós