Una de las primeras cosas que me llamó la atención cuando fuimos a vivir al campo, es que los tractores trabajaran de noche.
Acabábamos de hacer la mudanza, también con tractores, porque el camión que traía nuestras cosas no pudo pasar por el emparrado que hay, como un techo de pámpanos, sobre los caminos, de una casa de piedra a la otra.
Los niños ya estaban dormidos, los cuadros dentro de la chimenea, esperando a ser colgados, cuando en la oscuridad del campo, que era tanta porque aún no había alumbrado, hasta tal punto que parecía que estuviéramos volando, donde las luces del otro lado del valle, tan lejanas, parecían una constelación de estrellas, apareció de pronto por la ventana, como la luz de un faro, el destello de un tractor. Era Jose que venía a pisar la semilla que habíamos sembrado por si llovía al día siguiente.
Cada vez que un tractor vuelve a trabajar a oscuras, aunque sea en el campo de al lado, regresa el dulce asombro de aquella primera noche en el campo.
Me pregunto si habrán comenzado ya a estridular los grillos.
Buen día a todos,
Mónica
En un campo recién arado, como aran las tormentas a los mares, que dejan crestas que en la tierra no son blancas de espuma sino verdes de ricial verde en su terrón, a la deriva, desarraigado; en un campo recién arado, comenzaron a cantar los grillos. El camino, los pastos, el cielo, las nubes, el frío, permanecían tan silenciosos como si dentro de ellos no viviera otra cosa que una suerte de oídos, y se quedaban detenidos, a la escucha el camino, los pastos, el cielo, las nubes, el frío, de este clamor inesperado de grillos, humeando del campo arado.…Leer más de INESPERADOS GRILLOS
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“El Ártico”, mi artículo de hoy para republica.com
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El tuit de hoy, es del Bosque Protector, sobre el precioso Elanio Azul.
Mónica Fernández-Aceytuno