He cortado algunas ramas y, en vasos de agua, las he puesto en pequeños ramos, ya encima de la chimenea, o en la entrada, bajo un cuadro en el que hay un jarrón con mimosas florecidas. Y ha sido aquí, dentro de la casa, donde primero se han abierto, como si afuera hicera aún frío, o como si necesitaran más calma, menos viento.
Por lo demás, ayer vi una pareja de mosquiteros musicales, o eso me pareció, tengo que seguir mirando, y también una pareja de zorzales que emitían un reclamo como si estridularan, y que no es la primera vez que oigo.
Debo decir, que las cartas que están llegando, son una verdadera maravilla, pues contienen palabras tan valiosas como la propia Naturaleza que nombran. Hoy, en el TABLÓN DE LOS LECTORES. Por otro lado, para quien aún no la ha leído, le recomiendo la crónica de ayer de Cristóbal Richart, desde la isla de El Hierro, que aún se lee y se ve, con unas bicudas, en la portada.
Para cuando acabe el mes, podremos también ya ver, en directo, o al menos así me lo ha asegurado Pablo Alonso, nuestro técnico informático, lo que sucede al minuto en las marismas de Doñana, así como los linces al atardecer, también en directo, desde esta página.
Jamás pensé que hubiera una técnica que pudiera permitir tal prodigio: ver lo que está sucediendo en la Naturaleza en y desde cualquier parte del mundo. Y eso es lo que aquí, incansablemente, haremos.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S. Cuando acaben las obras de esta página, volveremos también a tener, a oír, a escuchar, los sonidos de Eloísa Matheu y, entre ellos, el estridular del zorzal.
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Me asomo y todavía es de noche a estas horas de la mañana. Tampoco se oye el viento que ayer sopló con fuerza y, con el miedo de que cayera, quité el coche de la sombra de la única mimosa que me queda.