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Ya he regresado de Valencia, donde estuve ayer hablando de un naturalista: Félix de Azara, de quien me asombra su manera tan precisa de escribir, y en particular de las hormigas.
Pero cometí ayer el error de regalar su libro. Es una mala costumbre ésta de dar las cosas que queremos. Y así perdí una vez una primera edición del Cosmos de Humboldt y un tratado de Aristóteles. Me arrepiento. Y sin embargo ¿no tienen que ser así los regalos? ¿Dar algo que nos duela en el alma?
Así que solo diré lo que recuerdo, pero Félix de Azara describió todas las hormigas que se le cruzaron por su camino mientras medía las tierras de la América meridional, y cuenta que había unas hormigas que cuando las tierras se inundaban hacían bolas de hormigas, grandes balsas que flotaban a la deriva hasta que bajaba el nivel de las aguas. También habla de otras hormigas que vivían en la madera de las casas y que construían puentes en las patas de las mesas donde la gente ponía grandes cuencos de agua para evitar que las hormigas acabaran con el azúcar, y aún así, se ponían en hilera las hormigas en el agua para que otras hormigas pasaran por encima y subieran por las patas de la mesa.
Merece la pena leer el libro donde lo cuenta: “Viajes por la América Meridional” de Félix de Azara, un español al que puede considerarse, desde mi punto de vista, precursor de Darwin.
Tengo que comprar su libro.
Feliz día y hasta mañana,
Mónica Fernández-Aceytuno
P.S. Hoy, en el TABLÓN DE LOS LECTORES, la carta titulada “El gorrión” de un lector observador de las aves, en la que cuenta que oyó cantar a una chicharra dentro del estómago de un gorrión.
P.S. 19:34
Otra palabra para nuestro Diccionario:
Mirmecólogo: experto en hormigas.
AUTOR DE LA FOTOGRAFÍA: CARLOS VALDECANTOS
CENEAM-MMA
Hormiga roja con
pulgones
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Ya he regresado de Valencia, donde estuve ayer hablando de un naturalista: Félix de Azara, de quien me asombra su manera tan precisa de escribir, y en particular de las hormigas.