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Un lector llamado Fernando me pregunta que qué pienso de la energía eólica marina. Una vez escuché decir que alguien había dicho

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Un lector llamado Fernando me pregunta que qué pienso de la energía eólica marina. Una vez escuché decir que alguien había dicho

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Un lector llamado Fernando me pregunta que qué pienso de la energía eólica marina. Una vez escuché decir que alguien había dicho, un micólogo en concreto, que ya sólo nos quedaban los paisajes pequeños.

Se refería a que una vez destrozado el entorno, había que aumentar cada vez más el foco, para encontrar la maravilla de un hongo fructificado, o de una flor en un montículo de tierra.

Tengo que reconocer que yo cada vez miro más de esta manera, amplío, recorto, me acerco, a la manera en la que un astrónomo trata de sorteear los satélites para observar el brillo azul de una estrella.

Y esto que hoy traigo no es el berro de los prados florecido, porque todavía no he salido a dar un paseo, sino un narciso silvestre, vainilla, diminuto, que nace en muy pocos lugares y en rodales muy pequeños de algunas zonas de la tierra que quedaron como islas sin arar.

Ya están marchitándose, pero antes, me acerqué mucho, para que se viera ocupándolo todo.

Feliz día,

Mónica Fernández-Aceytuno

P.S. Me dijo el domingo por teléfono una señora de 104 años llamada Ivonne, que este año se están celebrando en Colombia homenajes en honor a Mutis ilustre botánico y pariente del premio Cervantes de hace unos años, cuyas ilustraciones veo cada día, sobre una mesa, en el recodo de la escalera de mi casa.

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