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“Bien podría parecer este el título de una fábula, pero lo que encierra en sí es tal real como la vida misma.”Crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

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“Bien podría parecer este el título de una fábula, pero lo que encierra en sí es tal real como la vida misma.”Crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

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“Bien podría parecer este el título de una fábula, pero lo que encierra en sí es tal real como la vida misma.”Crónica de Juan Carlos Delgado Expósito.

EL BUHO REAL Y EL GALAPAGO

Bien podría parecer este el título de una fábula, pero lo que encierra en sí es tal real como la vida misma. Un amigo me llama y me comunica que un búho está muerto al pie de un transformador de electricidad, cuando llego al lugar compruebo que se trata de un búho real, el gran duque de nuestras sierras y bosques. Resulta penoso y dantesco observar inerte, con las garras ennegrecidas por la enorme descarga de electricidad, a tan bella ave. Se posó donde no debía y ello le ha costado la vida.

Por la tarde me encuentro en un tramo del río Ardila, del que ya les hablé hace unos días, pero ahora estoy aguas arriba. Aquí donde sus orillas no se encuentran tan pobladas de vegetación, dos chorlitejos chicos se mueven nerviosos entre el lecho rocoso y el fango, acostumbran estas aves a nidificar aquí entre la grava del río.

Algunos gorriones morunos acuden a beber a la orilla, sus nidos están instalados en los huecos del puente cercano; grandes bolas de pastos y hierbas, similares al del su primo el gorrión común.

La evaporación del agua, va mostrando las rocas del lecho, en el fango se leen las huellas de las aves que acuden a beber o alimentarse: aves pequeñas y aves grandes, zancudas según las huellas dejadas, posiblemente se trate de la cigüeña blanca que tiene su nido en la chimenea del cortijo cercano, donde esperan dos pollos ya emplumados y que están mirando hacia el Oeste, con los picos abiertos para refrescarse del calor de la tarde.

Alevines de peces se van arremolineando en los charcos que van menguando poco a poco, día a día.

Las golondrinas comunes pasan a ras de agua y beben, un chochín emite su potente canto desde la maraña de vegetación de la orilla.

Algunas garcillas bueyeras pasan volando aguas abajo, con ese vuelo cansado que llevan ellas siempre.

Un buitrón emite sus reclamos una y otra vez, en vuelo, parece que rebota contra el aire este pájaro diminuto.

Una garceta común está metida en el agua hasta que le cubre sus patas negras de pies amarillos; precioso color níveo del plumaje y su pico negro. Está removiendo el fango del fondo para atrapar a sus presas: pececillos, renacuajos, ranas o algún insecto acuático. Arponea una y otra vez mientras avanza por las aguas, con su fino y negro pico.

Al marcharme observo el fango removerse y asomando someramente la coraza de un galápago, lo cojo y compruebo gracias a sus placas inginales, que se trata de un galápago leproso, pero lo curioso es que le falta la pata derecha delantera, como pueden apreciar en la fotografía, después de observarlo lo dejo en el agua y el leproso se marcha a aguas más profundas, no sin antes haber dejado su nauseabundo olor, en mi mano, pero yo me quedo con la satisfacción de ver que a pesar de su falta se desenvuelve perfectamente.

Juan Carlos Delgado Expósito

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