Como el Universo, las especies tienden a expandirse, o a refugiarse, esperando mejores tiempos.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
11:58
“A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo relacionado precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los candiles”
LA LIBÉLULA
La Libélula me parece el insecto más elegante y armonioso que podemos
contemplar en la naturaleza. Quizá lo tuvo en cuenta la industria
aeronáutica para diseñar los primeros “aeroplanos”, aquellos de dobles alas
utilizados preferentemente en acciones bélicas. Hoy en día hasta los pilotos
de cazas de combate llevan cascos especiales de avanzada tecnología,
copiados casi como el frontal de este insecto , ¿no?.
A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo
relacionado precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los
candiles, objetos que eran utilizados desde tiempos ancestrales en medios
rurales para alumbrar las moradas.
Como anécdota, quiero referirme a los campos en los que se realizaban hace
muchos años bailes o reuniones, alumbrados por candiles. Con la llegada de
la electricidad se introdujeron bombillas de color amarillo para ahuyentar
a los insectos. A los que no había forma de repeler era a los Mosquitos, ni
si siquiera, según los campesinos, poniendo macetas de albahaca, ellos
seguían succionando la sangre y además muy contentos por haberse
acostumbrado al olor que despedían estas plantas. He referido este hecho
porque la Libélula es una gran depredadora de mosquitos, pero su acción
quedaba ineficaz a altas horas de la noche. Su plato favorito son las Abejas
con las patas cargadas de polen, un manjar apetecido como un plato
caprichoso.
A la Libélula hay que reconocerle que tanto en pleno vuelo como en estado de
quietud es majestuosa y distinguida. Sus líneas perfectamente conjuntadas
en ángulos rectos tienen la armonía perfecta además de sus ojazos
tornasolados que la hacen incomparable con otros insectos como el Escarabajo
Pelotero, el Abejorro, el Grillo, el Avispón, o la Mantis que mueve la
cabeza como si fuese un pequeño robot nipón.
Es curioso que la Libélula no tenga muchos enemigos entre las aves que
solemos ver en nuestros campos. Quizá cuando la ven volar con esa majestad e
iluminando su camino con ráfagas tornasoladas, los pájaros se quedan
embelesados. Sólo el Abejaruco le tiene manía, como si fuese envidia de sus
colores brillantes y si puede se la come sin pensarlo más. La Rana también
es otro de sus enemigos, se la zampa hasta con alas, porque no entiende de
colores. Se cree que se merece todo lo que irrumpe en su entorno. Pensativa
y relajada se pavonea en su trono rodeada de nenúfares en un estanque
florido. Por cierto, la Rana y el Camaleón, cuando se están comiendo un
insecto se parecen a un antiguo jubilado comiendo almendras sin dentadura,
La Libélula es elegante hasta en el amor, contemplarla con su pareja parece
un signo egipcio esculpido en aquellos templos de piedra. Se posan alas
sobre alas, abdomen sobre abdomen, serias y quietas, una sobre otra en
silencio, sin gritos ni llantos. La pareja se apoya en lo alto de un junco
casi sin tocarse y sólo con un punto de contacto, para crear una nueva vida.
¡maravilloso!
La Libélula “¡qué bonito nombre!”, suena como a piropo de una amante de la
“Belle Epoque”. Es modelo para broches utilizados por las damas en las
noches de fiesta, como si fuese pájaro disecado cuajado de diamantes y
pegado como una lapa en el hombro izquierdo del traje negro. Tan presumida
es, que busca el junco más alto para hacerse ver, siempre mirando al norte,
en silencio, esperando pacientemente a su pareja pero exigiendo que cuando
aparezca éste, emita destellos de colores más brillantes que los demás,
semejante a un arco iris revoloteando y simulando a su príncipe azul.
Todo ello y mucho más es la naturaleza, hay alguien que la magnifica
delicadamente, “como gotas de agua”. Es hermosa, atrayente, infinita y
desconocida. ¡Qué maravilla!
Atentamente,
Jerónimo
“A la Libélula en mi tierra le llaman “apaga candiles”, apodo o calificativo relacionado
precisamente por apagar la luz de la llama que emiten los candiles”