Como un árbol azul con vida como los que pintaba Chagall, es la cistoseira sumergida.
Mónica Fernández-Aceytuno
Mónica Fernández-Aceytuno
La sorda se posa al sol esperando la noche, en una hollada, al abrigo del viento. Al atardecer levantan el vuelo todas las sordas por el mismo lugar del monte, y producen con las alas un ruido que asusta, aunque del pico, también mudas, no les salga ni un reclamo.
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Me da rabia no haber hecho la foto a un letrero de una suerte de tasca típica de Bruselas llamada La Becasse, porque estaba pintado con mucha gracia sobre una tabla de madera, pero había guardado ya la cámara y decidí llevarme la imagen en el recuerdo. Sin embargo ahora pienso que tenía que haber hecho esa foto, para ilustrar toda la inocencia de la becada, a la que llaman con catorce nombres distintos, y cuyos vernáculos recolectaré hoy para guardarlos en el diccionario: becada, abecada, chorcha, chocha perdiz, gallina ciega, coalla, arcea, arceote, arcea real, becaza, pregonero, sorda, gallineta, picuda.
¿Conocéis algún vocablo más para la becada?
Gracias y buenos días,
Mónica
P.S. Pincha aquí si quieres leer mi escrito de hoy para la Fundación AQUAE
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Ha helado sobre el hielo en Palencia, y la becada, también conocida como chocha perdiz, y hasta catorce nombres distintos, se ha refugiado este año en Cantabria donde a Scolopax rusticola, la llaman sorda.
Es la sorda algo mayor que una paloma bravía, y tiene un pico larguísimo que, al volar, está apuntando hacia abajo, como si ya quisiera el pico desde el aire escarbar la tierra oscura en la que se alimenta. El plumaje tiene esos colores de las hojas en invierno, que no son los colores del otoño, sino el de la hoja seca, crujiente y entumecida; y la sorda viene buscando la tierra arada por el hombre, a veces desde Rusia, y esas hojas del invierno para esconderse. Desde el faro de Cabo Mayor, en Santander, Vicente Camús asegura que este año hay en Cantabria más sordas que nunca, que son las que otros años menos fríos se quedaron en Palencia para alimentarse a oscuras de las lombrices noctámbulas, y de las semillas de los campos.
La sorda se posa al sol esperando la noche, en una hollada, al abrigo del viento. Al atardecer levantan el vuelo todas las sordas por el mismo lugar del monte, y producen con las alas un ruido que asusta, aunque del pico, también mudas, no les salga ni un reclamo.
ABC, 12-1-2002
Mónica Fernández-Aceytuno