El suelo de esta dehesa es pura piedra. Y muy caliza.
El meloncillo, por Andrés M. Domínguez
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El meloncillo es grande, con la cola tiene casi un metro, y es de patas muy cortas, por lo que cualquiera consigue alcanzarlo si corre por un calvero.
Otra cosa es que llegue a los matorrales y desaparezca el meloncillo entre los jaguarzos y las aulagas, entonces, es inalcanzable.
Por eso dicen que el melón tiene agorafobia, fobia a los lugares despejados; en ellos se siente indefenso porque el viento se mueve más en lugares abiertos. El meloncillo ve con el alfato y lleva el hocico pegado al suelo.
Dicen de él que se mueve sólo de día para evitar al zorro y que cuando el sol se pone, el melón duerme. También dicen que, como la mangosta, come serpientes, aunque nadie lo ha comprobado.
Lo que sí es cierto es que hace giros de 90 grados, cambios bruscos de dirección que le harían salir airoso de un enfrentamiento con una serpiente venenosa.
Esta magnífica fotografía de un meloncillo es del fotógrafo de la Naturaleza Andrés M. Domínguez, gran conocedor de este carnívoro: “Su actividad suele ser diurna y es la especie de mamífero carnívoro con la que más me he cruzado en Andalucía, no por eso siendo fácil de fotografiar.”
EL MELONCILLO por ANDRÉS M.DOMÍNGUEZ
Feliz día,
Mónica Fernández-Aceytuno