MUSARAÑAS

MIRAR LAS MUSARAÑAS

Una cosa es mirar las musarañas y otra, bien diferente, es verlas.

La musaraña etrusca o musarañita es cenicicienta y se mueve tan deprisa entre las piedras que nuestros ojos no la atrapan. Tiene el tamaño de una cereza y el corazón ocupa lo que un grano de arroz. Las lluvias que han caído esta semana favorecen que se multiplique y, a partir de ahora, hasta seis camadas podrán salir de una sola hembra. Camadas de hasta cinco crías, tan parecidas y tan pequeñas, como cinco gotas de agua.

Se mueven estos días por los viñedos abandonados y por los azules olivares, comiendo insectos que les doblan en tamaño y en peso. Una sola vuelta del planeta alrededor del Sol es, para la musarañita, la vida entera, y mueren en plena actividad, casi siempre de un susto de los que da el mundo.

¿Existen las musarañitas o esto es un cuento?

Todos hemos pensado en ellas, algunos las han mirado. Es hora de verlas.

Mónica Fernández-Aceytuno

Cambio 16, 1994

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