f. Ensenada marina delimitada por una costa baja.
musarañita.
f. Suncus etruscus. Pequeñísimo mamífero insectívoro de 4 centímetros de longitud y 2 gramos de peso. Se trata de uno de los mamíferos más pequeños del mundo y de hecho podría ser el más pequeño de la Tierra si no fuera porque un diminuto murciélago de Tailandia tiene menores dimensiones. Que se sepa hasta ahora, solo dos especies de musarañas de Norteamérica tienen un tamaño parecido. Como casi todos los insectívoros y a diferencia de los ratones, tiene un hocico alargado y los dientes dispuestos en hileras continuas. Pertenece al grupo de musarañas de dientes blancos, siendo característico de la especie lo grandes que son las orejas y la cabeza con respecto al cuerpo. Se trata de un animal tímido, en general nocturno, con una máxima actividad durante el invierno y una mínima en verano. Se reproduce de marzo-abril hasta septiembre u octubre, con tres camadas o más, tras una gestación de 27 o 28 días, de unas crías que pesan al nacer 0,2 gramos cada una y cuya esperanza de vida no supera en la Naturaleza el año y medio. Es una especie de clima mediterráneo y suele vivir en zonas con precipitaciones inferiores a los 1.000 mm y temperaturas anuales medias por encima de 5 grados y a menos de 1300 metros. Es típica en los viñedos, olivares y cultivos en terraza, sobre todo en muros de piedras, así como en jardines, matorrales o, en ambientes más húmedos, cerca de los cursos de agua. Se alimenta de arañas e insectos como escarabajos y saltamontes, ingiriendo dos veces su peso corporal.
Una cosa es mirar las musarañas y otra, bien diferente, es verlas. La musaraña etrusca o musaraña es cenicienta y se mueve tan deprisa entre las piedras que nuestros ojos no la atrapan. Tiene el tamaño de una cereza y el corazón ocupa lo que un grano de arroz. Las lluvias que han caído esta semana favorecen que se multiplique y, a partir de ahora, hasta seis camadas podrán salir de una sola hembra. Camadas de hasta cinco crías, tan parecidas y tan pequeñas, como cinco gotas de agua. Se mueven estos días por los viñedos abandonados y por los azules olivares, comiendo insectos que les doblan en tamaño y en peso. Una sola vuelta del planeta alrededor del Sol es, para la musaraña, la vida entera, y mueren en plena actividad, casi siempre de un susto de los que da el mundo. ¿Existen las musarañas o esto es un cuento? Todos hemos pensado en ellas, algunos las han mirado. Es hora de verlas.
Mónica Fernández-Aceytuno
Cambio 16, febrero 1994