NORDESTE

CLARIDAD DEL NORDESTE

Cuando sopla del nordeste un viento, más bien una ligera brisa que es como un nacer, con el aliento de la vida empezando, el océano se vuelve claro, nuevo y transparente.

Se podría pensar que una mar así, el viento casi en calma, el sol y el calor sobre el agua, favorece la pesca y sin embargo, al igual que con las truchas que se pescan mejor en río revuelto, también en el mar hay más capturas si el agua está turbia, borrosa como un mal recuerdo, tal y como asegura desde Cariño el marinero Jesús Manuel Díaz Pena.

Cuando el mar está claro y transparente, los rodaballlos y los lenguados ven los aparejos, y no entran. Y en esto la única que pica, esté como esté el agua, es la merluza, que entra al pincho como si no terminara de ver con esos ojos que Dios le ha dado, grandes y simétricos, que allí, colgado del aparejo, está el anzuelo. Sin embargo, el lenguado y el rodaballo, asomando entre la arena tan sólo dos ojos pequeñísimos colocados en el mismo plano, casi juntos, dejando el lado que apoya en el fondo completamente ciego, todo blanco, resulta que ve en la claridad del agua la malla de red del aparejo cuando sopla del nordeste.

Y así pasarán hoy el día los peces planos, enterrados en la arena, sin saber que esta brisa del nordeste, soplando en la superficie, les está salvando la vida.

Mónica Fernández-Aceytuno

ABC, Madrid 17 de mayo de

2004

Fondo de Artículos

de la Naturaleza de

www.aceytuno.com

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