Primavera

Después alzabas la vista hacia el sombrío acantilado, con las manchas blancas del volar de los charranes y las gaviotas, y su cumbre estaba poblada con pinos silvestres, de donde salía, hacia el aire, el volandero polen. Una familia de cormoranes pescaba, asomando sólo sus cuellos sobre el mar, y alguno se somorgujaba y aparecía con un alevín de alguna especie de pez en el pico. Pero lo que concitaba la atención general era un delfín solitario que desde hace unos días va como un vagabundo de puerto en puerto, mendigando alimento y juegos.

Miro a mi alrededor y la vida me parece mucho más elaborada que el lugar donde se sostiene, el mar, la tierra, la roca del acantilado; y que si bien todo ha ido sin duda evolucionando y adaptándose a lo que había, hay un algo en la vida, auténtica obra de arte, que resulta demasiado distinto al lugar que la acoge, árido como una roca, agreste como la tierra, monótono como el agua sin peces ni aves. Es un gañán el planeta al lado de la vida.

Esta misma semana, casi sin pena ni gloria, han descubierto unos geólogos en Australia que la vida es más antigua de lo que se pensaba hasta ahora, y adelantan los científicos en 800 millones de años su origen, hasta los 3.460 millones de años. Creo que otra vez se quedan cortos.

Algún día descubriremos que la vida es un hecho más antiguo que la propia Tierra.