Para los cielos más azules, se hizo la flor del…
Romero, hace unos días
Así estaba un romero hace unos días en Lendínez, en Jaén, floreciendo en otro rinconcito de las estaciones.
Buena semana a todos,
Mónica
El romero florece casi todo el año como si los días fueran
todos iguales. Da lo mismo que sea otoño que primavera,
siempre es posible, como saben los apicultores, encontrar
en el romero una flor pero, a la vez, nunca se le ve profusamente
florecido, como las retamas que alumbran los
montes de amarillo, o los cantuesos de malva, sino que
tiene una floración constante y discreta, como quien no
quiere ser flor de un día, para brillar en cada rinconcito de
las estaciones. Se atribuye a Linneo una observación de la
que tengo dudas porque en España no estuvo Linneo sino
sus discípulos Löfling, Osbeck y Alströmer. Tengo para mí
que podría ser alguno de ellos quien apreció que en España
el romero crecía tan abundante que los navegantes
percibían su olor “antes de ver tierra”, ya que huelen, todavía
hoy, con la maresía. El romero desprende a su vez
para la vista un aire un poco triste, deslavazado, como de
falta de decisión en sus costumbres, quizás porque nunca
sabemos, mirando al romero, si es otoño, al estar siempre
verde; o si es verano, al florecer también en invierno. Es el
romero una manera de estar en la Tierra, o de irse al otro
mundo, con una ramita de romero entre las manos, cuando
dejas de esperar la primavera.
Mónica Fernández-Aceytuno
“El viaje del agua” FUNDACIÓN AQUAE
FOTO: @aceytunos en Instagram