Han llegado con el calor. Por vez primera este año he oído trisar hace un momento a los vencejos por la ventana. Y cuando me he asomado, allí estaban, con las plumas todavía llenas de África.
Habían colocado, sobre las grandes copas blancas de la balaustrada, con el verde seco del monte de "El Pardo" y la blancura de Madrid al fondo, unas flores de ciclamen rojas.
Tienen una cresta las cogujadas que las distingue del resto de las alaúdidas, y yo que vengo de tierras llenas de agua, a estas aves del secano, no pude dejar de observarlas. MF-A
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