LUGAR DE LA VIDA
LO QUE IMAGINÉ
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
BLANCO Y NEGRO, 31-10-1999
LO QUE IMAGINÉ
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
BLANCO Y NEGRO, 31-10-1999
¿CUÁNTO TIEMPO?
Hay una pescadería en Betanzos que tiene a modo de garaje unas puertas de madera pintadas de azul celeste hasta donde llega todas las mañanas, menos los lunes y los domingos, una camioneta blanca que descarga el mar entero: robalizas plateadas, cigarras, rapes feísimos, qué feos son los rapes con su linterna apagada, calamares de la ría, mejillones de las bateas…la pescadería se llama Kiko , y Fina la pescadera. Le falta, en el dedo anular, una falange.
Todo sucedió, porque esto es un sucedido, una mañana en la que todos los peces habían asumido ya sobre el hielo su condición de pescados. Era temprano, serían las nueve y media, cuando un congrio de dos metros de largo pegó un salto desde el mostrador helado y se fue por la calle de la Ribera, reptando por las aceras. Justo cuando estaba a punto de cruzar la calle, Fina, que había salido corriendo tras el pescado, consiguió atraparlo por la cola pero el pez se volvió y le mordió un dedo.
Cuentan los pescadores que los congrios que se pescan de mañana siguen vivos por la noche, y que se nota por las branquias y por los ojos, que viven aunque estén quietos. Si se les toca, dan un salto, y tienen mordido a más de un marinero. Estos peces sin escamas, como el congrio, la morena y las anguilas, son de los peces que más tiempo aguantan fuera del agua. También los escualos, los tiburones, y las rayas se hacen los muertos, pero siguen con vida dentro del aire, por eso no hay que fiarse de una tintorera sobre la cubierta de un barco. Otra cosa son los delfines, que no son peces sino cetáceos, y que chillan y lloran como niños cuando pescan. Tienen lágrimas verdaderas. Los pescadores los sueltan al agua porque dicen que da mala suerte atraparlos.
Por pura curiosidad he preguntado también en el Museo de Ciencias Naturales, por si hubiera alguien que me pudiera decir qué peces pueden vivir mucho tiempo fuera del agua. Los que yo he visto viven muy poco, como esas caballas plateadas que pescamos en verano y que tienen el fondo del mar dibujado en negro y verde sobre el lomo; siempre las recuerdo dentro de un cubo negro, saltando y respirando el aire que las mata. Y sé que las anguilas, cuando se mueven por los ríos y está lloviendo, llegan a salir del agua y escapan por los pastos inundados y trepan por las rocas que resbalan. Pero, gracias a Ignacio Doadrio, ictiólogo, he podido saber que hay todo un libro escrito sobre el tiempo que un pez puede vivir fuera del agua. Lo escribió el gran zoólogo Ángel Cabrera (1879-1960) cuando estuvo en Chile, y lo encontró, en Argentina, Doadrio: debe de ser un ejemplar único en España. En él se cuentan anécdotas sobre lo que decían los pescadores de aquellas tierras: que había peces que salían del agua y trepaban por las palmeras y se comían los cocos. Cabrera sonreía y pensaba que estaban confundiendo a los peces con monos hasta que vió con sus propios ojos cómo los peces reptaban por unos cocoteros y se comían sus frutos.
El mar está lleno de peces que pueden vivir fuera del agua, ¿cuánto tiempo?, un día, unas horas como mucho, unos minutos, unos segundos…yo sé que puedo vivir años con ésta y con todas las preguntas del mundo, flotando en mi cabeza. Por eso me levanto como si nada cada mañana, y leo y pienso y miro y cocino y sonrío y cuido y lloro y, a veces, buceo en agua marina caliente, mientras está por dentro la nostalgia, ¿cuánto tiempo?, sin agua y sin aire.
Mónica Fernández-Aceytuno
Blanco y Negro, 12-3-2000
Aceytuno.com