MILANOS EN EL PARAMÉS
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
CAMBIO 16, Diciembre 1994
MÓNICA FERNÁNDEZ-ACEYTUNO
CAMBIO 16, Diciembre 1994
LAS ÚLTIMAS HOJAS
Las últimas hojas en caer de un árbol son las que están más altas porque un árbol le da más savia a las hojas más alejadas de la tierra. Se ve ésto en los castaños coronados con los últimos días del otoño, o en los quejigos, esos robles andaluces de los que José Melchor, agente forestal, dice que ayer, llamaban la atención por sus colores amarillentos en la serranía de Ronda.
Aunque el orden de caída sea distinto, a veces no ya por el árbol, sino por el viento, o un empujón de ala de pájaro, al final, en todas las hojas ha ocurrido lo mismo: que la clorofila, deshecha, se ha fugado al tronco y a las ramas, y que, como dicen los carpinteros, la savia ha retrocedido hasta las raíces. En esa fuga, han quedado al descubierto durante los últimos días los pigmentos carotenoides, los de los colores del otoño que, sin embargo, estuvieron en la hoja también en primavera, pero eclipsados por el verdor de esa clorofila que guardan ahora, como un viejo secreto, los árboles.
Por cada hoja caída por el tiempo o el viento o esos pinzones que van a dormir a los quejigos cada tarde después de comer en las campiñas, hay una yema que está esperando esa luz que empezará a crecer con el invierno. Y a este silencioso fluir de la vida, no hay quien lo detenga.
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