m. Cuerpo fructífero de algunos hongos ascomicetos que recuerdan a…
yema.
f. Botón vegetal que es el punto de partida de la hoja, la rama o la flor, en ocasiones protegida su clorofila u otros pigmentos por escamas oscuras y endurecidas. Es la promesa encerrada de lo que será el vegetal.
Ayer por la mañana, ayudadas por el otoño y por la lluvia, las choperas del río Arga perdieron sus últimas hojas; tal y como ha informado desde Pamplona Jesús Elósegui, biólogo. No se cayeron con las hojas amarillas los nidos de las cornejas, ni de las picarazas, que es como llaman en Pamplona a las urracas, ni tampoco se descolgaron las yemas que duermen desde hace unos días en la ramas, justo al lado de las cicatrices que han dejado las hojas. Me pregunto qué pasaría si todas las yemas durmientes cayeran ahora también de los árboles. De golpe. Sería como una lluvia de granos de arroz marrones, verdes por dentro y vestidos de escamas duras, teñidas de castaño por fuera. Entonces, tal vez, el otoño no sería sólo la estación de las yemas durmientes, de yemas a las que el frío ha dormido, según el profesor Purroy, y a las que el frío despierta. Pero las yemas no se caen, duermen en invierno en el árbol: viven con su universo verde de hojas y de tallos a la espera. Y da igual que cuelguen hoy las ramas sobre los ríos, o sobre las aceras de Pamplona, de Barcelona, de Madrid, repletas de yemas; mientras miremos más al suelo que al cielo, el otoño nunca será la estación de las yemas durmientes.
Mónica Fernández-Aceytuno
ABC, 14-11-1998
Aceytuno.com